¿Por qué nos preocupamos?
- Jorge Reyes García
- 31 mar
- 3 Min. de lectura

El ser humano es una especie con una capacidad cognitiva excepcional. Nuestra capacidad de imaginar, de proyectarnos en el futuro y de comunicarnos a través del lenguaje nos ha permitido sobrevivir, anticiparnos a amenazas y crear sociedades complejas. Sin embargo, estas mismas habilidades también nos exponen a un fenómeno que todos conocemos demasiado bien: la preocupación.
La intolerancia a la incertidumbre y la necesidad de control
Los seres humanos tenemos una baja tolerancia a la incertidumbre. Nos sentimos más cómodos cuando creemos que sabemos qué va a pasar y cuando sentimos que tenemos el control sobre nuestro entorno. Esta necesidad de control ha sido clave para la supervivencia de nuestra especie, ya que nos ha permitido planificar, organizar recursos y anticiparnos a peligros reales. No obstante, en la actualidad, muchos de los peligros que enfrentamos no son inmediatos ni tangibles. En lugar de huir de depredadores o buscar alimento para sobrevivir, nuestra mente se dirige al futuro, buscando resolver problemas que aún no existen o que podrían no ocurrir.
El problema es que el mundo es inherentemente incierto. No podemos conocer el futuro con certeza, ni tampoco controlar todos los factores que afectan nuestra vida. Pero nuestra mente, impulsada por la necesidad de control, intenta reducir esa incertidumbre a través de la preocupación.
La preocupación como una falsa solución
Preocuparse tiene una función psicológica importante a corto plazo. Nos da la sensación de que estamos haciendo algo útil:
Nos acerca mentalmente a lo que nos inquieta, dándonos la ilusión de que, al analizarlo una y otra vez, podremos encontrar una solución.
Nos hace creer que estamos reduciendo la incertidumbre, que estamos preparados para lo peor y que, en caso de que ocurra, no nos tomará por sorpresa.
Nos proporciona una sensación de responsabilidad: si nos preocupamos, es porque nos importa.
De esta manera, preocuparse se convierte en un mecanismo de afrontamiento que momentáneamente reduce el malestar. Sentimos que estamos ganando control sobre lo incierto y eso nos alivia, al menos por un momento.
Los efectos negativos a medio y largo plazo
El problema surge cuando la preocupación se vuelve un hábito constante. Aunque a corto plazo nos genera alivio, a medio y largo plazo tiene consecuencias emocionales y psicológicas negativas.
Por un lado, la preocupación activa constantemente nuestro sistema emocional. Nos mantiene en un estado de alerta, generando ansiedad y estrés. La mente, atrapada en un ciclo de anticipación de problemas, no descansa. Esto puede afectar el sueño, la concentración y la capacidad de disfrute en el presente.
Por otro lado, la preocupación nos impide enfrentar la realidad de que no siempre tenemos el control. Nos aferra a la idea de que, si pensamos lo suficiente en un problema, encontraremos una solución o evitaremos una desgracia. Sin embargo, muchas situaciones en la vida simplemente no dependen de nosotros. Aprender a tolerar la incertidumbre es fundamental para reducir la angustia y evitar caer en el bucle interminable de la preocupación.
Anticipar desde la calma y la eficacia
Preocuparse y anticiparse no son lo mismo. La preocupación suele estar cargada de ansiedad y de pensamientos repetitivos que no conducen a soluciones reales. En cambio, la anticipación efectiva implica reflexionar sobre un problema con serenidad y, si es posible, tomar decisiones que nos permitan afrontarlo mejor.
La clave está en diferenciar entre lo que podemos controlar y lo que no. Si algo depende de nosotros, podemos hacer planes y actuar. Si no depende de nosotros, aceptarlo y soltarlo es el mejor camino.
La mejor forma de abordar un problema es desde la calma, no desde el miedo. Un estado de tranquilidad nos permite pensar con claridad, tomar mejores decisiones y actuar con mayor eficacia.
Aprender a manejar la preocupación no significa ignorar los problemas, sino enfrentarlos de manera más funcional. Aceptar que el mundo es incierto y que no siempre tendremos el control nos ayuda a vivir con mayor paz mental y a responder mejor a los desafíos cuando realmente sea necesario.
Comentarios